Adultos con utopía de la siesta

Matías odiaba dormir la siesta de niño, y eso sí que era odio.
Recibía sermones, penitencias, tirones y castigos.
Pero firme a sus convicciones y deseos, Matías resistía hasta donde podía.

Matías era un niño que odiaba dormir la siesta, porque para él era una utopía disfrutar de esas horas en donde todo podía pasar, en donde la libertad sucedía.

Y es verdad que el sueño a veces daba batallas fuertes, lo volteaba aun cuando la adrenalina por hacer todo eso que amaba, lo motivaba a mantenerse erguido. ¿Esa será la motivación que ahora buscan en las empresas? Esas ganas de Matías por andar en bicicleta, jugar en los videos, leer el comic favorito, jugar al fútbol con sus amigos de la cuadra o ver a los pilotos de carrera en los que soñaba convertirse.

Con el paso de los años, vamos perdiendo esas utopías como la de Matías por su siesta.
Y no es tan culpable el paso del tiempo, como la educación que vamos recibiendo.
Familia, escuela, club, trabajo, sociedad.
Reglas, normas, estructuras, categorías, dictámenes.
Si todo eso es necesario para convivir, no debería resignarse por ello la libertad para vivir. Libertad que son licencias para soñar, cantar debajo de la ducha, imaginar, contar chistes para hacer reír, jugar, decir lo que se piensa, hacer lo que se siente, tener esos “vicios” sanos que nos dejan ser niños aun en la adultez.

Matías no perdió su utopía por la siesta. Y ahora que quisiera dormirla por cansancio, no puede por su trabajo. Pero Matías sigue viviendo, durante el día o la semana, esos momentos de placer que se parecen a la batalla ganada sobre la siesta.

Esa siesta que no fue, la que no durmió, fue su tiempo mejor invertido porque jugó, creó, disfrutó, vivió. Ese tiempo en el que hace aquello que realmente lo libera del mundo estructurado impuesto pero necesario para vivir en sociedad, es el mejor tiempo invertido para Matías. Él es feliz cada vez que, como en sus siestas, sale a jugar con el niño que lleva dentro.

Como dice María Elena Walsh en la Marcha de Osías:
“Quiero tiempo pero tiempo no apurado,
tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto y no enjaulado
adentro de un despertador.”

Luisa Maria Ahumada

Escritora. Comunicadora. Profesora. Mamá. Obras publicadas: Ciclotimias (poesía). 400 Días, Relaciones en tiempos modernos (novela), Habla Conmigo (cuentos). Palabra de mamá, sin etiquetas que limiten (ensayo). Además, participa en diferentes antologías, revistas y otros medios de comunicación.

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