Leí sus labios porque yo iba escuchando música: “terror”. Volvió a repetirlo y entendí: “Esto me da terror.”
Del otro lado del puente, la señora no se animaba a cruzar. Yo, que venía atravesándolo desde el otro extremo, intenté tranquilizarla: “No pasa nada, cruce”. Y le sonreí cuando pasé por su lado.
Después pensé: para mí era nada. Para ella, era todo. Hubiese querido decirle otra cosa. Me di vuelta, arrepentida, y la vi llegando al otro extremo. Ya había cruzado. Quizás se animó cuando me vio hacerlo, quizás haber hablado de su miedo le alcanzó.
Este texto, puede llamarse “cruzar el puente” y puede ser sobre el miedo. Aunque también puede decir mucho más, sobre el ejemplo, la comunicación… ¿y algo más?