Disfrutar las conversaciones que habitamos es una consigna interesante.
Sea con quien sea que estemos charlando, podemos preguntarnos:
¿Hablamos con la curiosidad e intensidad de las primeras veces? ¿Nos llenamos de paz con esos silencios de siempre? ¿Nos reconocemos en el gesto de quienes se conocen hacen mucho tiempo? ¿Podemos hablar? ¿Queremos hablar? ¿Conversamos?
La magia de las preguntas se parece a la de las palabras.