—Dejá ese control en paz—escucho que ella dice.
El mundo se detuvo ahí, en esa frase.
Ella se parece tanto a mí.
Tenemos el control de casi nada, y ese es nuestro todo.
Cuando por un instante entendemos el valor de habitar el momento, nos volvemos ricos. Y de vez en cuando, felices.
Dejá el control y respirá esa paz.
IMPORTANTE: el miedo oratorio muchas veces aparece por la necesidad de desear mantener un control absoluto de todo lo que sucede o sucederá. Pero el punto de vista es disfuncional si no comprendemos que podemos ocuparnos de nuestra respiración, de nosotros como oradores, del mensaje… y relajar en cuanto al control de variables que no podemos manejar. Eso le da fluidez y espontaneidad a la comunicación. ¡A practicar!