Hablar con uno mismo para saber qué y cómo decirnos aquello importante. Y así luego, hablarlo con otros.
Hace unos días alguien citó la frase:
“El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras.”
Me quedé pensando: si se trata de poder elegir momento y manera de hablar, bienvenido sea el proverbio. Pero siempre hablar. Porque entonces, llevo todo este tiempo preguntándome: ¿pueden las palabras liberarnos si nos han hecho presos en algún momento? Si las palabras nos vuelven esclavos, ¿qué nos libera?
Y finalmente, buscando las respuestas, me encuentro HABLANDO.