A veces, el “qué” está clarísimo y, sin embargo, el cómo puede hacer que el proceso de comunicación fracase. ¿Por ejemplo? Una emoción, el lugar, el canal, el momento.
Si fuese fácil, no lo pensaríamos tanto! La buena noticia en la que creo, es que el lenguaje, las palabras y los gestos siempre están allí para ayudarnos.
Incluso aquello que la comunicación complicó puede reiniciarlo o resignificarlo. Eso, nos hace seres humanos