Esta reflexión viene a cuenta de que me pasé como una semana tratando de cambiar la remera de Barco por la de Cavani que le regalaron a mi hijo más chico. Entendí mal el mensaje y estaba buscando en la tienda incorrecta. Cuando logré dar con la respuesta indicada, es decir, que el lugar era otro, cumplimos el objetivo. Entonces, pensé: para cambiar el resultado, a veces, basta con estar en el sitio preciso.