Si la comunicación es comunión, el amor es la sangre que circula en ese sistema. Y así como no hay amor sin dolor, tampoco hay amor sin atención. En el interés está la génesis que lo explica todo, que lo simplifica todo. Cuesta, como siempre, con lo más sencillo. Volver la atención hacia donde nos queremos extender, hacia donde nos queremos expandir. Empezar desde adentro hacia afuera a atender(nos) con amor. Hay que desparramar, como granos de sal o de azúcar, un poco más de atención consciente y real para que la comunicación sea humana.