Cuando la comunicación con otro sujeto es compleja o incómoda, por ejemplo, porque me ignora o no responde como espero, hay una oportunidad. Tengo, como YO COMUNICANTE, la posibilidad de entender ese comportamiento del otro como una interpelación a partir de la cual crear otras estrategias a las que suelo usar, moverme de mi zona habitual de conversación, desarrollar una habilidad discursiva que hasta ese momento no había usado. Esto implica compromiso, valentía y una gran capacidad de cuestionarse los propios modos de hacer, ser y pensar.