Querido hijo:
Gracias por venirme a contar hoy que Fulano se burló de vos. Que cuando hiciste así se largó a reír y te dijo que estaba mal, que eras un tonto y todas esas palabras que juntas, hacen daño. Que dichas de corrido por alguien que para vos puede ser importante, lastiman. Que te dejan vulnerable.
Gracias por contármelo, y hacerme saber que a veces, ese alguien que te hiere también puedo ser yo.
Por eso, dejame contarte un secreto, guardalo para vos y compartilo con quien creas que necesita escucharlo. Porque hay que decir al que tiene ganas de oír.
Este es mi secreto y es todo, no tengo mucho más que dejarte que las palabras: cuando haya muchas voces afuera, cuando alguna te lastime, silenciá los ruidos para escuchar tu voz.
Pocas cosas en la vida aprendemos a decir, porque nos enseñan a hablar y después nos piden que enmudezcamos. Mi deseo, hijo querido, es que siempre puedas escuchar tu voz.
Te quiero.
Mamá.